Me llamo Alirio Isea, y mi historia con la programación comenzó a los 11 años, cuando en el colegio me enseñaron Pascal. Aquellas primeras líneas de código no solo resolvían problemas: creaban mundos. Ese asombro inicial nunca se apagó; hoy sigo viendo la programación como un espacio infinito para materializar ideas.

Tras explorar Ingeniería de Sistemas, donde dominé bases sólidas con C/C++, decidí seguir otro camino. La universidad me dio herramientas, pero sentí que el verdadero potencial estaba fuera de los planes de estudio tradicionales. Fue entonces cuando descubrí JavaScript y el desarrollo web.

Los últimos dos años los he dedicado a aprender con disciplina, guiado por plataformas como Platzi y desarrolladores como Midudev y Mouredev, quienes me enseñaron que la tecnología no solo se estudia, sino que se experimenta. Hoy soy desarrollador frontend, pero mi curiosidad va más allá: estoy expandiendo mis habilidades hacia el backend para convertirme en full stack, siempre con la meta de crear soluciones que equilibren elegancia, funcionalidad y escalabilidad.